sábado, 1 de diciembre de 2012

LA OBRA MÁS RUINOSA


Sería difícil decir cual ha sido la obra más ruinosa construida en España en los últimos años, ya que en casi todas las comunidades autónomas se han construido varias que superaban con mucho la necesidad real de esas infraestructuras, así como las posibilidades económicas de la administración.

A modo de ejemplo citaré algunas, construidas por gobiernos de distintos signo ideológico, porque en el fondo, casi todos los gobernantes han jugado con el dinero de todos, gastándoselo en obras que no hacían falta, movidos por una megalomanía asombrosa. En aras de la imparcialidad, las citaré por orden de presupuesto:

- Forum de la Cultura de Barcelona, que costó 2.000 millones de euros, con una afluencia que no supera el 60% de la inicialmente prevista.

- Carretera radial R5 de Madrid, con una inversión de 1.000 millones de euros, que tenía prevista una circulación de 60.000 vehículos al año, sin alcanzarse ni por asomo los 17.000.

- Aeropuerto de Ciudad Real, con un coste de más de 500 millones de euros, que aunque inicialmente se concibió como el primer aeropuerto privado de España, hay enormes cantidades de dinero público aportado con el respaldo institucional necesario por la Caja de Castilla La Mancha. El aeropuerto actualmente no tiene ningún tráfico aereo.

- La Caja Mágica en Madrid, que costó 294 millones de euros, siendo un pabellón deportivo para la práctica del tenis que apenas se usa 9 días al año.

- Aeropuerto de Castellón, en el que se invirtieron 150 millones de euros y que no ha recibido ni un solo avión. Señalar que en este espacio se colocó una estatua de 24 metros de altura, en homenaje a su impulsor, el entonces presidente de la Diputación de Castellón, con un coste de 300.000 euros.

Pero este artículo lo voy a centrar en una infraestructura que, aunque ha tenido un coste inicial menor que todas las citadas antes, considero que es el caso más grave de despilfarro, por tratarse de una obra totalmente innecesaria y tener unos costes de mantenimiento elevadísimos: el puente atirantado de Talavera de la Reina.


Cuando aún estaba en obras, visité el puente y pude ver el alma de uno de los gruesos manojos de cables.

El origen de este dislate se produjo en el Ayuntamiento de Talavera de la Reina, cuando se consideró necesario hacer una circunvalación por el Sur de la ciudad (ya que por el Norte esa función la cumple la autovía A-5), con una previsión de que esa nueva vía meridional de acceso la utilizarían una media de 3.000 vehículos diarios (lo que resulta totalmente desproporcionado, ya que básicamente sería utilizada por los vehículos que, procedentes de la N-502, se dirigieran en dirección Madrid o Toledo, lo que en la práctica se ha demostrado supone ni tan siquiera 300 al día). Pero es que ni tan siquiera la obra resuelve esa circunvalación satisfactoriamente, ya que no existe enlace directo entre la A-5 y la N-502, sino que los vehículos procedentes de Alcaudete de la Jara tienen que llegar hasta la rotonda situada en las inmediaciones del popularmente conocido como “Puente Nuevo”, para luego tomar la carretera CM-4102 en dirección a San Bartolomé de las Abiertas y seguirla durante casi un kilómetro, para luego desviarse a la izquierda para tomar el puente atirantado, que desemboca en un barrio urbanizado, en el que existe incluso un instituto de enseñanza secundaria, desembocando en plena travesía de lo que fue la antigua Nacional V. Si tenemos en cuenta que el ya citado “Puente Nuevo”, construido en tiempos del Generalísimo Franco,  cuenta con dos carriles para cada sentido de circulación y conecta con una circunvalación por la parte exterior de los Jardines del Prado, que desemboca en la antigua Nacional V a pocos metros de donde ahora lo hace el itinerario de la nueva obra, el ahorro de tiempo es prácticamente nulo.

Pero aún en el caso de que la circunvalación hubiera sido viable, se debería haber optado por un puente con pilares de hormigón, que no requiere mantenimientos especiales; pero se optó por un puente atirantado, pero no cualquiera, sino una megaestructura que se sostiene mediante un pilono central de 192 metros de altura (el segundo más alto de Europa), del que salen en total 152 cables de los que el más largo mide 400 m y todos en total suman 33 kilómetros, que sería el más ancho de Europa, con 36 metros, y el puente con el vano volado sin apoyo con más luz de España, con 318 metros. Esta obra estaba concebida para ser la gloria de la región, y como tal fue bautizada con el nombre de “Puente de Castilla La Mancha”, empezándose su construcción en el año 2007 y teniendo previsto ser inaugurado el día 31 de mayo de 2011, con ocasión del Día de Castilla La Mancha, sin embargo hubo unos problemas técnicos, al soltarse un cable, siendo finalmente abierto al tráfico el día 17 de octubre del mismo año.


Oscuros nubarrones se ciernen sobre la faraónica obra.

Sin embargo, las cifras económicas han convertido a esa obra en un auténtico símbolo del despilfarro. El puente costó 90 millones de euros, es decir, 1.000 euros por cada vecino de Talavera de la Reina, una de las veinte ciudades con el índice de paro más alto de España.

Pero el despropósito no acaba aquí, ya que el puente tiene un mantenimiento anual de 25.000 euros. Además, cada cuatro años se le deben realizar inspecciones más técnicas que rondarán los 80.000 euros, y cada ocho años debe hacerse otra inspección aún sin valorar, ya que hay que llevar a un laboratorio de Suiza un tensor del puente, para estudiar sus condiciones de tensión.


Desde luego que la visión de los cables impresiona, pero más aún su coste de mantenimiento.

Muy relacionado con los tremendos costes de construcción y mantenimiento del puente, máxime en época de crisis, ha sido que el mirador que corona el pilono central, inicialmente concebido para ser visitado, no puede ser utilizado por falta de presupuesto para sustituir el montacargas de obra por un ascensor que reúna las debidas condiciones para su uso turístico. Yo llamé por teléfono hace unos meses interesándome por la fecha probable en la que se abriría al público, una vez realizada la reforma, diciéndome que se desconoce la fecha en que será acometida, si es que se hace algún día.