viernes, 1 de noviembre de 2013

YURI GAGARIN


Algunas veces me he preguntado cuál es la persona que más ha influido positivamente en la historia de la humanidad y la respuesta no puede ser única. Me vienen a la mente nombres como Lucio Anneo Séneca, Miguel de Cervantes Saavedra, Nicolás Copérnico, Isaac Newton, Roald Amundsen, Alexander Fleming, Selman Abraham Waksman, Tenzing Norgay, Edmund Hillary, Justo Gallego Martínez… A todos ellos los admiro profundamente, pero quiero dedicar  este artículo a una persona en especial y no porque su vida destaque sobre la de los demás, sino por lo singular de su gesta, de la que casi era imposible que saliera vivo.
Yuri Alekséyevich Gagarin nació el día 9 de marzo de 1934 en Klúshino, un pequeño pueblo integrado en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Sus padres trabajaban en una granja colectiva (lo que influiría notablemente en su elección para ser el primer cosmonauta, por ser hijo de humildes trabajadores, aunque también lo hizo su pequeña estatura, que le permitía más holgura en el pequeño módulo habitable de la nave Vostok I).
El programa espacial soviético se llevó en el máximo de los secretos desde un primer momento, tanto que cuando más de 3 000  pilotos de caza se presentaron en 1960 a las pruebas para ser seleccionados en dicho programa, todos ellos desconocían en qué consistiría la misión para la que se presentaban y cuándo se llevaría a efecto. De esos miles de pilotos fueron seleccionados veinte, que luego quedarían en seis.
El día elegido para la gloria fue el 12 de abril de 1961, cuando Yuri llegó en autobús hasta la plataforma de lanzamiento situada en el Cosmódromo de Baikonur, acompañado del cosmonauta suplente Titov, pero solo el primero entró en la cápsula Vostok 1 de apenas 2,4 m de diámetro situada sobre el poderoso cohete portador Vostok 8K72K de casi 39 m de largo.
Como se desconocía el comportamiento que tendría el cosmonauta en ausencia de gravedad, se decidió que el vuelo sería totalmente controlado desde tierra, aunque en un momento dado, Yuri podría tomar el control de los mandos introduciendo una clave secreta que le sería facilitada desde tierra si fuera necesario; pero en el último momento Serguéi Koroliov, ingeniero jefe del proyecto, se apiadó de él y le facilitó la clave por si estimaba necesario usarla.
El peligro que entrañaba la misión es difícil de imaginar hoy en día, con unas posibilidades reales de regresar con vida que no alcanzaban ni el 30%, por lo que se prepararon tres mensajes para difundir en caso necesario: uno de que había regresado exitosamente, otro de que había fallecido y otro dirigido al gobierno de otro país en el caso de que la nave aterrizase allí (éste último lo llevaba el cosmonauta en un sobre). También llevaba consigo una pistola, alimentos y todo lo necesario por si la nave amerizaba.
El vuelo duró 108 minutos en total, dando una órbita completa a la Tierra a unos 300 km de altura sobre la superficie del planeta. Cuando alcanzó esa cota, se quitó el carenado de la cápsula y por la ventanilla el cosmonauta pudo ver el planeta azul desde el espacio. Tan impresionado quedó que exclamó: ¡Qué hermoso!, para después continuar dando datos técnicos a la base. Luego la rumorología afirmaría falsamente que dijo: He estado en el cielo Dios por ninguna parte.
Afortunadamente, aunque no hubo pocos problemas, la opción menos probable fue la que se dio y el viaje resultó un éxito. El regreso a la Tierra se complicó cuando los mecanismos adosados a la cápsula, no se desprendieron en el momento indicado, por lo que la cápsula no tomó la posición adecuada para la reentrada en la atmósfera, pero debido al calor fundió los enganches y la nave pudo liberarse a tiempo de dichos mecanismos y desplegar el paracaídas sin problemas.
El final de la aventura llegó con el aterrizaje a las orillas del río Volga. La primera persona que se acercó a la cápsula fue un campesino al que Yuri Gagarin le anunció que en pocos minutos aquella zona estaría llena de helicópteros y militares, y no se equivocó.

Mural en una calle de Guadalajara representando al héroe.

En los años siguientes al viaje, hasta su muerte en 1968, Yuri Gagarin vivió en una burbuja, cosechando los reconocimientos por su gesta. Desde ser declarado Héroe de la Unión Soviética, pasando por integrarse en el Soviet Supremo o realizar una gira mundial para recibir el cariño y agradecimiento de los ciudadanos de varios países. Su vida personal no fue menos azarosa, llegando a saltar por la ventana de un sanatorio en Crimea para evitar ser sorprendido por su esposa cuando cortejaba a una enfermera del centro sanitario.
Finalmente, Yuri Gagarin falleció el día 27 de marzo de 1968 cuando pilotaba un caza MIG-15 en un vuelo rutinario. Así terminaba la vida del primer ser humano que consiguió salir de la atmósfera terrestre, convirtiéndose en el auténtico héroe de las expediciones espaciales, muy por encima de los logros reales y ficticios de aventuras posteriores en el cosmos.