miércoles, 1 de enero de 2014

ENSEÑANZAS DE DON QUIJOTE



En el año 2002 el Instituto Nobel y el Club del Libro Noruego realizaron una encuesta entre 100 escritores de 54 países, que eligieron a El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha como la mejor obra de ficción  de la historia de la humanidad, obteniendo un 50 % más de votos que la segunda obra  más votada.

Cuando encontré esta noticia hace poco más de un mes rebuscando en Internet, me vino a la mente que no tenía ninguna entrada en mi blog dedicada al Caballero de la Triste Figura. Bien es cierto que la obra de don Miguel encabeza el listado de Joyas literarias, pero considero que tal personaje merecía un artículo completo.

Hay muchas veces que la realidad se mezcla con la ficción, hasta el punto de que no podemos distinguir bien una de otra y en otras ocasiones que los personajes literarios reflejan  mucho mejor ciertos aspectos de nuestra existencia que las personas de carne y hueso, que solemos ser más básicas y mundanas.

A mí me gusta pensar que don Quijote realmente paseo su triste figura por la campiña manchega, deshaciendo entuertos, socorriendo viudas, amparando doncellas y favoreciendo a los menesterosos.

Casi todo el mundo, cuando le preguntan qué recuerda de la obra, habla de la aventura de los molinos de viento, que don Quijote confundió con gigantes y entró en fiera y desigual batalla contra ellos. Quién le iba a decir a don Miguel que su obra predecía lo que sucedería más de cuatro siglos después, cuando nos han llenado los montes de molinos que producen electricidad y nos han engañado haciéndonos creer que son rentables, cuando en verdad son gigantes construidos para quedarse con nuestros dineros vía recibo de la luz.

Pero a mi parecer una de las aventuras que mejor define al personaje es aquella en la que liberó a doce galeotes que iban cargados de cadenas, custodiados por cuatro guardias armados. El hidalgo, poniendo en práctica los ideales que le movieron a profesar como caballero andante, escuchó las razones por las que los galeotes habían llegado a tal condición, llegando a la conclusión de que estaban todos allí en contra de su voluntad y que bien pudiera ser que el torcido juicio del juez fuera la causa de su perdición, por lo que pidió al responsable de las personas que los custodiaban que los dejara libres, que le dijo que se dejara de majaderías y no le buscase tres pies al gato, ante lo cual el valeroso caballero lo acometió, favoreciendo con ello una situación en la que los presos se liberaron y los guardias se batieron en retirada.

Pero la principal enseñanza viene después, ya que don Quijote, una vez liberados los galeotes, les puso como única condición que fueran a El Toboso para presentarse ante la sin par Dulcinea, a la deberían decir que les enviaba su caballero, contándole la aventura, pudiendo marchar después donde quisiera la buena ventura. Los galeotes rieron con los disparatados planes de don Quijote y le lanzaron una lluvia de piedras, dejándolo maltrecho, depojándoles a él y a Sancho de todo lo que de valor llevaban, marchándose cada uno por un lado. No se puede esperar una acción noble de quién a perdido la condición de buena persona, como ya le dijo uno de los galeotes:  Pedir eso a nosotros es como pedir peras al olmo.

Casa natal de Miguel de Cervantes, en Alcalá de Henares.
 Resulta muy curioso que el personaje de don Quijote saliera de la pluma de un hombre que había pasado por numerosos oficios en su vida, tales como intérprete, soldado (resultando herido y preso en la batalla de Lepanto), comisario de provisiones y recaudador de impuestos (oficio que lo llevó de nuevo a prisión); aunque seguramente si no hubiera tenido tantos y tan variados oficios nunca hubiera podido escribir la obra cumbre de la literatura universal, porque para poder escribir una obra que aporte valores es menester haber vivido mucho y no todo bueno. Yo creo que precisamente esa vida de aventuras y, sobre todo desventuras, es la que pudo cimentar la obra hasta convertirla en genial. La vida, si la analizamos bien, es absurda y  para vivirla plenamente es necesario meter en ella un poco de imaginación.


Mención aparte merece el personaje de la dama de los pensamientos de don Quijote: Dulcinea del Toboso. ¿Cómo se puede idealizar hasta tal extremo a una mujer? El autor en el primer capítulo nos explica que un caballero andante necesita de una dama a la que presentar sus victorias, o a la que encomendarse ante los eventuales trances que se le presenten. Hay personas que en esas ocasiones acuden al refugio de la religión, pero cuando se ha perdido la confianza en lo divino solo se puede acudir a una parte de lo humano, sublimándola para que pueda llenar ese vacío que deja la ausencia de creencias religiosas. Y qué mejor que el amor hacia una mujer para llenar ese espacio en los sentimientos; aunque el sentimiento amoroso no solo produce placer, sino que muchas veces lleva aparejados sentimientos de inquietud y desasosiego, incluso llegando al desencanto cuando no es correspondido en la medida que esperamos. En apoyo de esta hipótesis vienen los versos que aparecen en el capítulo XXIII de la obra y que ya cité a modo de preámbulo en uno de mis cuentos: Pero, si Amor es dios, es argumento que nada ignora, y es razón muy buena que un dios no sea cruel. Pues ¿quién ordena el terrible dolor que adoro y siento?