domingo, 4 de enero de 2015

ACCIDENTES EN LA MONTAÑA



En los últimos días tres montañeros españoles han perdido la vida realizando la actividad que más les gustaba: el primero en los Andes por edema pulmonar, el segundo en Gredos al despeñarse y el tercero en los Picos de Europa por esta misma causa. Terra levis sit.

De pocos temas puedo hablar con más conocimiento de causa que de éste, ya que tuve la suerte de sobrevivir a un despeñamiento en los Picos de Europa, y digo suerte porque en esas situaciones no influye la experiencia, sino tan solo la fortuna o como alguien muy querido para mí me dijo mientras yacía esperando el rescate del helicóptero: algo te queda por hacer en esta vida y por ese motivo no has muerto hoy.

Neverón de Urriellu (2 300 m) en los Picos de Europa. El surco
que se aprecia sobre  la nieve lo trazó mi cuerpo en la caída.

La actividad montañera es peligrosa siempre, pero en invierno se convierte en muy peligrosa y si además se suma la presencia de hielo, viento o niebla el riesgo pasa a ser extremo. Eso todos los montañeros, profesionales o aficionados, lo sabemos, así como que la experiencia sirve de poco ante esas situaciones y que solo la suerte nos puede hacer sobrevivir al trance.

En uno de los accidentes mortales de Gredos del año pasado, un famoso montañero salió en televisión intentando explicar las causas, intentando evidenciar la imprudencia de las víctimas, olvidándose de decir que él mismo sufrió unos años antes la amputación de varios dedos por congelación en el Himalaya (supongo que también habría alguna imprudencia por su parte en ese episodio). Nunca me ha gustado ver a especialistas en ninguna materia dando lecciones, porque casi siempre ellos mismos debieran mirarse el ombligo antes de hablar.

Otra realidad que me sorprende es que todos los que hemos pasado por esas situaciones extremas no aprendimos la lección y más pronto que tarde reincidimos, aunque intentamos ser más precavidos, con lo relativo que puede ser llevar cuidado en una situación que se escapa por completo a nuestro control, pero las montañas tiran mucho. La única explicación lógica que se me ocurre es en base a la ley de la gravitación universal, ya que debido a la ingente masa de la montaña pueden llegar a ejercer una atracción gravitatoria sobre nosotros; aunque también hay una explicación pasional, mas creíble, ya que no podemos resistirnos a otra dosis de la droga que supone tocar el cielo desde la cima.

Para finalizar este artículo, no quiero olvidarme de dar las gracias a mis dos compañeros de excursión a los Picos de Europa, Bomberos de Asturias, GREIM de la Guardia Civil y personal del Hospital de Arriondas, así como a todas las personas que se preocuparon por mi estado de salud y se alegraron de que saliera vivo para poder contarlo. 

Alguno dirá que ya es tiempo de que supere ese episodio, pero ni puedo ni quiero hacerlo, ya que ha sido uno de los días más grandes de mi vida.