sábado, 1 de junio de 2013

NO OS PREOCUPÉIS TANTO POR MÍ



   Hace pocos días leí una noticia preocupante, y era que la agencia francesa Metéo anunciaba que este año no habrá verano. Mi miedo no es, como os podéis imaginar, que no venga el verano, porque como ya dice nuestro sabio refranero: El verano no se lo come el lobo, ni el invierno tampoco. Lo que me causa pavor es que estas noticias suelen surgir de forma interesada para acabar sacando los cuartos a los esquilmados bolsillos de los ciudadanos.

   La prueba más evidente, la tenemos con la emisión de un documental que hablaba sobre el supuesto cambio climático titulado Una verdad incómoda, presentado por un exvicepresidente de los Estados Unidos (para quien no sepa cual ha sido anteriormente la contribución de esta persona para luchar contra el calentamiento global, fue que su gobierno se negó a firmar el Protocolo de Kioto que, entre otras medidas, preconizaba una disminución en las emisiones de dióxido de carbono).

   Pero lo más grave no es que esta persona apareciera como salvador de la humanidad, sino que algunos gobiernos, entre otros el español, aprovecharon la coyuntura para alarmar sobre la situación y establecer una serie de medidas que gravan el bolsillo de los ciudadanos, como por ejemplo la limitación de acceso al centro de algunas ciudades de vehículos antiguos. ¿No será que con la escusa de diminuir las emisiones de gases se quiere paliar la disminución de las ventas de coches en los últimos tiempos, motivada por la crisis económica?

Esta foto fue tomada en la sierra de Gredos y demuestra que la nieve está donde se la espera
a finales de mayo (en la cumbre de La Mira, por encima de los 2 000 m de altitud).

   Hablando de coches. Esa preocupación por la salud de la población, sobre todo centrada en la salud del bolsillo de los ciudadanos, tiene su punto máximo en las continuas campañas de la Dirección General de Tráfico, según ellos,  para intentar bajar los accidentes de tráfico, lo que es un objetivo loable; pero cuando esas campañas se centran en llenar las carreteras de cámaras fijas que echan fotos que luego te venden por termino medio a 300 € (150 € si no recurres y pagas pronto) empezamos preguntarnos si no habrá gato encerrado; sobre todo cuando comprobamos que esos controles de velocidad por su seguridad, como rezan los cárteles anunciadores, muchas veces no están colocados en zonas peligrosas, como sería lógico pensar, sino en otras que es más fácil sorprender a un conductor incauto.

   El colmo de la tomadura de pelo está con el reciclaje de basuras. Resulta que nos han colocado en todas las ciudades unos contenedores de distintos colores para que, cómo ciudadanos responsables, clasifiquemos en nuestra casa la basura en tres bolsas distintas y luego las arrojemos al contenedor correspondiente y así contribuir a la mejora del medio ambiente. Que conste que esta medida me parecería positiva si llevara aparejada, debido a esa colaboración ciudadana que abarata los costes de la recogida y tratamiento de las basuras a los ayuntamientos, una reducción de los impuestos municipales; pues todo lo contrario: en muchas ciudades, como en la que resido (Toledo), se han sacado de la manga un impuesto nuevo que grava la recogida de basuras, cuando ese gravamen ya estaba recogido dentro del impuesto de bienes inmuebles.  

   El problema no está solamente en esa doble contribución, sino que, como he podido leer en la página web de una organización ecologista, el contenedor amarillo que llena nuestras calles es un gran engaño a los ciudadanos, que ilusos creen que reciclan sus envases al depositarlos dicho recipiente. Lo que la publicidad municipal no dice es que gran parte de esos envases terminan incinerados en cementeras o en otras industrias.

   Lo dicho. Desde aquí hago una petición formal a las distintas administraciones para que, por favor, no se preocupen tanto por mí, que ya intentaré cuidarme yo solo.