viernes, 1 de agosto de 2014

ESTA VIDA SON CUATRO DÍAS



Hace poco, mientras realizaba una ruta por nuestra España, me vino a la mente la pregunta de por qué motivo había empezado con la dinámica de mi excursión semanal y si esa motivación original se mantenía ahora o había variado.

Recuerdo que el inicio de mis rutas coincidió con un momento en el que el ambiente laboral en el que me desenvolvía no era el ideal y seguramente eso me influyó para buscarme una vía de escape en la montaña, que para los que no saben lo que supone, les diré que no hay nada más relajante que marcarse una buena ruta montañera, llegar agotado a la cumbre, respirar el aire fresco, disfrutar de las espléndidas vistas, volver a machacarse las rodillas en el descenso, llegar a casa y quedarse dormido en el sofá; para un rato más tarde despertar ligeramente descansado y empezar a ver las fotos de la excursión, empezando ya a vislumbrar la siguiente.

Con el paso del tiempo ese ambiente laboral mejoró considerablemente, hasta poder decir que hoy en día me gusta ir a trabajar, pero lo que también se ha incrementado el deseo de realizar nuevas rutas por cualquier región española (no es que no quiera realizar excursiones por el extranjero, pero el presupuesto no da para tanto). La lógica diría que al desaparecer el motivo de tensión, deberían haber remitido los deseos de evadirme, pero en esta historia aparece un factor decisivo: el afán por conquistar y descubrir, que cada día estoy más convencido de que es innato en el ser humano y una vez que se manifiesta ya no se le puede poner freno.

Hay sensaciones que han quedado grabadas en mi mente y que marcan en parte mi personalidad desde aquel día que alcancé por primera vez la cima del Rocigalgo. Poco después fue la Plaza del Moro Almanzor, luego vino la morada eterna de Muley Hacén, incluso organicé una visita turística a Canarias con el único fin de fotografiarme sentado sobre el punto más alto de España. Claro que la montaña es peligrosa y no siempre todo sale bien, especialmente cuando no se lleva el debido cuidado, por lo que he tenido algún pequeño tropiezo que me llevó a retirarme temporalmente de ella en los Picos de Europa, hasta que volví trece meses después para conquistar el pico Almenaras.

El Rocigalgo ( 1 444 m) fue el primer techo provincial que conquisté. Ahora van 41.

Hablando del acompañamiento, aunque la mayor parte de mis excursiones las he realizado en solitario, las que más he disfrutado han sido las que he realizado acompañado de otras personas, de las que no quiero citar los nombres porque seguro que me olvido de alguna y sería imperdonable. Prefiero recordar los momentos mágicos vividos en esas excursiones, incluido algún pequeño contratiempo que se solventó con la ayuda de mis acompañantes, porque esos gestos tampoco se pueden olvidar. También es digna de elogio la colaboración prestada por amigos y compañeros en la preparación de alguna de las rutas o aportándome datos sobre emplazamientos que desconocía.

No sólo la montaña ha acaparado mi interés, sino que de vez en cuando he dirigido mis pasos hasta minas abandonadas, entre las que no puedo dejar de citar la de oro de La Nava de Ricomalillo o la de wolframio de Navasfrías (a raíz de cuya visita publiqué un vídeo y una persona que trabajó en la mina realizó comentarios al mismo), castillos, iglesias y, sobre todo, monumentos romanos, apartado en el que es obligatorio que hable del acueducto de la Peña Cortada o la ciudad de Baelo Claudia.

Quizá la faceta más importante de mis excursiones, sea el afán de encontrar lugares con algún récord a nivel nacional, europeo o mundial, de los que llevo visitados unos pocos y están recogidos en un álbum de fotos que va nutriéndose semana a semana de nuevas conquistas. Todos esos récords me han hecho ilusión, pero si tengo que elegir uno en particular no dudo en señalar la mina de cobre Las Cruces, que constituye el punto más bajo de España en superficie, sobre el cual no había ninguna referencia escrita en Internet.

Al surgir el tema de los álbumes de fotos, me es obligado hablar del “Saluda a JuanBau”, que es el que elaboro con más cariño, sobre todo por que contiene los saludos que generosamente han ido realizando muchas de las personas que me conocen, y algunas que no, lo que aún es más loable.


Alguno puede decir que vaya rollo que me he marcado y que no existe ninguna relación con el título del artículo y no le faltaría razón. Pues bien, en estos tiempos en los que he perdido más de un 30 % de poder adquisitivo, prefiero pensar en hollar cimas, seguir buscando tesoros y lugares con récords, a ser posible en buena compañía, porque esta vida son cuatro días y hay que vivirla a cada momento, sin esperar el premio que tendremos en el más allá (que dudo que exista), o en el más acá en el que en lugar de premios lo único que tenemos son impuestos que no siempre se han empleado en beneficio de toda la sociedad. Ahora algún gobernante nos quiere vender la moto de que va a haber una bajada de impuestos como premio a los sacrificios que hemos tenido que aceptar a la fuerza, pero en la práctica esa reducción va a tener una repercusión mínima sobre mi economía y la sangría de cuartos más que mitigarse continua aumentando camuflada bajo el nombre de mil y un impuestos, tasas, contribuciones, y demás exacciones.